Los combustibles alternativos comienzan a abrirse paso con fuerza en el transporte de larga distancia. Una muestra de ello la hemos tenido recientemente en el Salón de Vehículos Comerciales de Lyon, donde los fabricantes de vehículos industriales apuestan claramente por distintos combustibles alternativos, entre los que cabe destacar el gas natural. Esta tecnología, junto a otras innovaciones que se están produciendo en el sector, permitirá alargar la vida del motor de combustión durante una década más aproximadamente.
Las soluciones son diversas y cada fabricante presenta una posible alternativa sin existir un criterio definitivo al respecto. En lo que se refiere al transporte, el gas natural, tanto licuado (GNL) como comprimido (GNC), está ganando terreno frente al Diésel por las ventajas que ofrece en materia de reducción de emisiones de CO2 y de NOx. Según Sedigas, su utilización en el transporte contribuiría a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en camiones y autobuses en un 16% con GNC y un 15% en el caso del GNL, en comparación al Diésel. Frente a esta tendencia, hay que considerar algunas cuestiones relevantes en el impacto que suponen los combustibles alternativos en el mantenimiento de los vehículos y de forma más concreta en la elección del lubricante adecuado y su intervalo de cambio. En el caso concreto de los motores que utilicen gas natural, con dicho combustible se alcanzan temperaturas más elevadas durante la combustión, lo que promueve la oxidación del aceite por lo que es imprescindible utilizar aceites con una mayor estabilidad a la oxidación.
En el caso del gas natural, no se precisa de lubricantes más detergentes (mayor TBN) que los utilizados con gasóleo. Por otra parte, los niveles de cenizas resultan también fundamentales para la adecuada lubricación de los asientos y válvulas, así como para evitar que se produzcan encendidos defectuosos o válvulas quemadas. De esta forma, resulta habitual que se utilicen lubricantes con bajo contenido en cenizas. La gama de lubricantes Shell Rimula cuenta con la tecnología PurePlus, y es la primera gama de lubricantes de motor de vehículos pesados cuya materia prima de partida es el gas natural, en lugar del crudo.
El proceso para transformar el gas natural (principalmente compuesto por metano) se realiza a través de un hidrocarburo saturado de larga cadena conocido desde los años 20 del pasado siglo (proceso Fischer- Tropsch). Sin embargo, ninguna empresa había sido capaz de aprovechar esta fuente de energía para producir hidrocarburos a escala industrial. Tras más de 30 años de investigación y desarrollo, Shell comenzó en 2011 la producción de los primeros productos GTL (Gas To Liquid, de gas a líquido). El proceso de transformación del gas natural en un aceite base es muy complejo. El gas natural se extrae off-shore (bajo el agua) y se transporta en tuberías hasta la planta de producción. Se mezcla con oxígeno, procedente del aire exterior licuado, para formar el gas de síntesis. Dicho gas atraviesa un catalizador especial de nanotubos de cobalto, produciéndose como resultado hidrocarburos de cadena larga y agua como subproducto de reacción, que se aprovecha para generar energía y se condensa para abastecer las necesidades de la zona. Finalmente, se tratan químicamente los hidrocarburos para obtener un aceite base con alto contenido en saturados, que es el componente principal de los aceites de motor.
Este proceso supone una verdadera revolución en la forma de fabricar aceite. Gracias a la tecnología GTL se pueden desarrollar lubricantes de baja o incluso muy baja viscosidad, con niveles de volatilidad hasta un 50% inferiores a los que presentan otros productos convencionales obtenidos a partir de petróleo según los test estándar NOACK, lo que se traduce en menor evaporación y menos necesidad de rellenos de aceite en el motor. Este aceite quemado durante el proceso de combustión pasa a través de los sistemas de tratamiento de gases de escape, por lo que la mayor eficiencia y menor consumo de los lubricantes fabricados con GTL contribuye a prolongar la vida útil de los filtros de partículas y catalizadores. El aceite base, que supone el 80-90% del lubricante formulado y es obtenido a partir de gas natural mediante el proceso GTL, es totalmente transparente, lo que mejora la limpieza del motor y evita la formación de lodos y depósitos. Además, proporcionan mayor rendimiento y resistencia a la oxidación por su mayor contenido de moléculas más estables, isoparafinas, comparado con otros aceites base, lo que contribuye a reducir el consumo de combustible. En definitiva, esta forma de fabricar lubricantes ha resultado una revolución en el mercado. Supone el aprovechamiento de otras fuentes de energía y pone a disposición de la industria y de los usuarios una tecnología más limpia y eficiente, más responsable desde el punto de vista medioambiental y con múltiples ventajas para el mantenimiento de los motores.
Fuente: Elvigia.net – 14/02/2018
Autor Pedro del Amo
Asesor Técnico de lubricantes Shell